lunes, 14 de noviembre de 2011

Lejos de Casa

Una concurrida plaza fue el lugar elegido para mi pequeño experimento, elegí un banco del pasillo con más flujo de gente y me senté a esperar.

Con una sonrisa en el rostro, dirigí la mirada a los ojos de todo aquel con quien pude hacer contacto visual allí.

Pasaron algunos estudiantes que con curiosidad devolvían la mirada, confundidos, pero nada más.

Un par de ancianos que se encontraron con mi mirada, respondieron con una sonrisa a la mía.

En la primera hora, estimo que pasaron unas 150 personas, de las cuales obtuve simplemente unas cuantas miradas confusas, un par de sonrisas y varias miradas con cierto aire de enojo.

Ningún saludo.

Hasta el fin de la mañana, no variaron mucho los resultados, por lo que decidí dar por finalizado el juego.

Caminando de vuelta a casa, saludé al dueño de la tienda de la esquina y al portero del edificio.

Contesté el teléfono…

Hola

Daniel? – reconocí la voz, tragué el nudo y respiré profundo para evitar la lágrima.

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